Advertencia: Lo que sigue puede herir la sensibilidad de los lectores con hijos. Tambien puede evocar canciones de sobrevalorados artistas catalanes sobre locos de escasa estatura que son exhortados por sus progenitores a comportarse, o novelas alegóricas de aviadores franceses sobre niños que reinan en planetas diminutos, e incluso cosas peores, como la idea de que detrás de este bloguista se esconde un ser humano. Nada más alejado de mis intenciones.
Como todo el mundo sabe, es mucho más conveniente (o sea, más cómodo, y sobre todo más económico: ¡un pibe propio te sale carísimo!) tener sobrinos que tener hijos. Cada vez que pienso en esto, recuerdo inevitablemente ese chiste del gallego -Fodor me perdone- que, con aquella verdad en mente, intimaba con su cuñada con el fin de engendrar un sobrino. En fin. (Dicho esto, tal vez sea oportuno aclarar que, si bien mis sobrinos son llamativamente parecidos a mí -qué loco lo de los genes ¿no?-, con mi cuñada "sólo somos buenos amigos", y en realidad menos que eso. ¿Acaso se puede ser amigo de un cuñado? bah, parecen categorías incompatibles, qué se yo).
El caso es que encontrábame hace poco en casa de mi madre, "cuidando" a mis sobrinos. Como también todos sabrán, un niño, y ni te cuento dos, puede/n tornarse verdaderamente insoportable/s (con el condimento de que tal vez éstos sean particularmente salvajes). En cierto momento, mientras emprendía una carrera para evitar que el borrego más chico cometiera no recuerdo qué barbaridad, observé que simultáneamente el más grande manipulaba algún objeto potencialmente dañino para sí mismo o para algún otro miembro de la familia -incluyo al abnegado perro-. Estimando que una atención demasiado considerada de esta situación me impediría llegar con tiempo a atender aquel otro problemita, opté por actuar en forma expeditiva y aplicarle a la pasada un suave correctivo o "sopapo" -de supuestos efectos psicológicos más que físicos-, a fin de quitárselo. Cuando volvía con el pequeño a cuestas, noté que el niño "castigado" me miraba acusadoramente, mientras sendas lágrimas rodaban por sus mejillas.
Aunque permaneció en silencio, aquella mirada me transmitió con claridad lo que pensaba. Que eso no era lo que se supone que debe hacer un tío. Que él contaba con que yo estuviera de su lado, no del de sus "enemigos" -los padres-. Que yo soy el que jamás se niega a jugar con él al fútbol, o a la pleistéiyon, o a juegos inventados y con reglas absurdas. Que él creía que yo también sabía que las cosas y las situaciones se justifican según el axioma "esto es divertido, esto me produce felicidad: esto es bueno", y no mediante esas restricciones incomprensibles que plantean personas como los mencionados padres, los maestros o los vecinos, del tipo "esto se puede romper", "eso otro es excesivamente antihigiénico", o "aquello hace un ruido infernal". Que se sentía dolido y traicionado, pero antes que nada, sorprendido.
Como todo el mundo sabe, es mucho más conveniente (o sea, más cómodo, y sobre todo más económico: ¡un pibe propio te sale carísimo!) tener sobrinos que tener hijos. Cada vez que pienso en esto, recuerdo inevitablemente ese chiste del gallego -Fodor me perdone- que, con aquella verdad en mente, intimaba con su cuñada con el fin de engendrar un sobrino. En fin. (Dicho esto, tal vez sea oportuno aclarar que, si bien mis sobrinos son llamativamente parecidos a mí -qué loco lo de los genes ¿no?-, con mi cuñada "sólo somos buenos amigos", y en realidad menos que eso. ¿Acaso se puede ser amigo de un cuñado? bah, parecen categorías incompatibles, qué se yo).
El caso es que encontrábame hace poco en casa de mi madre, "cuidando" a mis sobrinos. Como también todos sabrán, un niño, y ni te cuento dos, puede/n tornarse verdaderamente insoportable/s (con el condimento de que tal vez éstos sean particularmente salvajes). En cierto momento, mientras emprendía una carrera para evitar que el borrego más chico cometiera no recuerdo qué barbaridad, observé que simultáneamente el más grande manipulaba algún objeto potencialmente dañino para sí mismo o para algún otro miembro de la familia -incluyo al abnegado perro-. Estimando que una atención demasiado considerada de esta situación me impediría llegar con tiempo a atender aquel otro problemita, opté por actuar en forma expeditiva y aplicarle a la pasada un suave correctivo o "sopapo" -de supuestos efectos psicológicos más que físicos-, a fin de quitárselo. Cuando volvía con el pequeño a cuestas, noté que el niño "castigado" me miraba acusadoramente, mientras sendas lágrimas rodaban por sus mejillas.
Aunque permaneció en silencio, aquella mirada me transmitió con claridad lo que pensaba. Que eso no era lo que se supone que debe hacer un tío. Que él contaba con que yo estuviera de su lado, no del de sus "enemigos" -los padres-. Que yo soy el que jamás se niega a jugar con él al fútbol, o a la pleistéiyon, o a juegos inventados y con reglas absurdas. Que él creía que yo también sabía que las cosas y las situaciones se justifican según el axioma "esto es divertido, esto me produce felicidad: esto es bueno", y no mediante esas restricciones incomprensibles que plantean personas como los mencionados padres, los maestros o los vecinos, del tipo "esto se puede romper", "eso otro es excesivamente antihigiénico", o "aquello hace un ruido infernal". Que se sentía dolido y traicionado, pero antes que nada, sorprendido.
Comprendí que tenía razón.
Pero también supe que estaba a tiempo de recomponer la situación, que bajarle "happy feet dvdrip audio latino.avi" -por ejemplo- y verla juntos alcanzaría para borrar aquella pequeña afrenta, que todo quedaría rápida y definitivamente olvidado, y que ningún seguidor de Freud debería "ayudarle" a lidiar con ello en el futuro -ya suficiente material le dejarán los padres, por cierto-. Una más de las ventajas de ser tío.
14 comentarios:
definitivamente cierto!
Aparentemente yo ya le cagué la vida andando desnuda delante de ella y bañándonos juntas y dejándole tomar la mema hasta los tres años y y y y y y y y
Jajaja, me encantó lo de es mucho más conveniente tener sobrinos que hijos, decía un amigo mío "tu no sabes, Fodor, porque no tienes crios, pero dos niños comen como dos cabrones".
Che, tá fresco, eh...
Alex: No se haga problema, porque parece que haga lo que haga, el daño es inevitable. Igual vístase, por favor :P
PD: mamadera hasta los 3...por lo menos le habrá sacado los pañales, no?
Fodor: Es así, Fodor, los pibes son una máquina de comer, y de quemar plata en general.
Buen F.d.S., amigos. Abríguense.
ah! el tema de los pañales, cumplió tres y nos fuimos al campo, le dije "nenita, a partir de hoy no usás más pañales" y nunca más se piyó encima.
y hago una aclaración la mema la tomó hasta poquito después de cumplir los 4, este verano y por mí no se la hubiera sacado ahora es una lucha hacerle tomar la leche, un bajón.
definitivamente, es menos complicado tener sobrinos, pero qué querés que te diga, MI hija, ME ENCANTA
No dicen que la vida nos devuelve a los golpes a la realidad? Pues bien, tanto mejor si esos golpes vienen de la cálida mano de un afectuoso tío que lo único que quería era resguardar la integridad de estas fabulosas máquinas de comer.
Las caras con lagrimones rodando lánguidos por las mejillas son la extorsión más abyecta que existe y por ello la más irresistible de todas.
Súmele un heladito mientras ven la peli juntos!
Y es cierto: es ho-rri-ble cuando un tío cree que es "la sucursal de los padres"!
Vivan los tiazgos complacientes y malcriadores!
Besos! me gustó el blog...Volveré!! (en tonito amenazante!)
Qué cosa, Sr. K. No sé muy bien qué decirle. Mi sobrina vive tan lejos, la veo poco y gralmente no tengo mucho tiempo para hacer de tía. Pero que difìcil equilibrar la buanondéz con no zarparse malcriándolos o sobreprotegiéndolos....
besis
Alex:
Seguimos acá, en "El rinconcito de las mamás". Sí, los muy guachitos odian la leche cuando dejan la mamadera. Y todo muy lindo con los hijos, aprecio su entusiasmo, pero todavía no me convence...
La lengua de midas:
Bienvenido, siempre lo cruzo en lo de B.C.
Hay que reconocer que a veces hay que tener la paciencia de un santo, le digo. Y también tienen otras formas de extorsión, además de llorar. Los niños son temibles, en conclusión. Saludos!
Marypoppins:
Pero éstos comen "comida de verdad": no son muy adeptos a helados y golosinas. Comen más asado que yo.
Como usted dice, yo dejo todas esas cosas ingratas -como educarlos, por ejemplo- en manos de sus padres.
Bienvenida, espero que cumpla su amenaza.
Gerund:
Comentario suprimido
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me he reído mucho con este post. sólo soy tía, y entiendo perfectamente todo eso, especialmente la parte en la que uno se vuelve un sátrapa feliz, porque sabe que el chico tendrá muchos más motivos para ir al diván que un leve acto de crueldad de un pariente de primer grado, sin hijos y con conductas "reparadoras" (como lo de bajar la peli) de altísima calidad, jejejeje
perdón????????? qué es esa respuesta?????
Z...:
Me alegro. Gracias por lo de sátrapa. La que usted cita es prácticamente mi única conducta de altísima calidad.
Gerund:
Snif, se nota que no me presta atención.
¿Su sobrina está en USA?
Trtanquilo Mr. K., uun error lo comete cualquiera. Es increíble cómo uno con los niños repite patrones de conductas históricamente aborrecidas. Siga así, será un tío inolvidable :)
Cuni:
Primera y última vez, no se preocupe. Pero tampoco lo fajé, eh, fue una cosita así nomás...
Ojo, repito que es muy cómoda la posición de tío; lo complicado es el temita de poner límites (para los padres, obvio)
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