Existen instituciones que, para algunos pequeñoburgueses del Barrio Norte, representan un complemento vital a su plácido estilo de vida: Farmacity, Delicity -nótese la afectación anglófila en los nombres-; los deliverys de Freddo, o de -Dios los perdone- SushiClub... Para mí -un muchacho del campo popular-, el equivalente de estas exclusivas franquicias comerciales son los chinos de acá a la vuelta, quienes administran -según mi punto de vista- una verdadera entidad filantrópica (o sea, me ayudan a mí, por ejemplo.)
Porque si bien entiendo que el objetivo principal de la actividad de los chinos de acá a la vuelta es el propio bienestar -y el de numerosísimos familiares que, imagino, fatigan sus espaldas en interminables arrozales situados al pie de la Gran Muralla-, no puedo dejar de reconocer la importante contribución que estos incansables comerciantes orientales hacen, aun de manera involuntaria, al bienestar de este bloguista.
Sí, estimado/a lector/a; así es. Con su amplio horario de atención -no como COTO, que prácticamente cierra de día-; sus precios razonables -no como los de COTO, que se fué al recarajo mal-; sus cajas libres de cola -no como las de COTO: esa lenta agonía-, atendidas por las hijas del dueño, quienes en su encantadora media lengua despiden al cliente con un amable "Chao, gracia"; su acotada pero contundente selección de vinos; y a pesar de las infames calumnias que ponen en duda la procedencia de su mercadería o el mantenimiento de sus cadenas de frío, los chinos de acá a la vuelta despliegan en su labor diaria una muestra incontrastable de la sabiduría milenaria de su Pueblo.
Porque si bien entiendo que el objetivo principal de la actividad de los chinos de acá a la vuelta es el propio bienestar -y el de numerosísimos familiares que, imagino, fatigan sus espaldas en interminables arrozales situados al pie de la Gran Muralla-, no puedo dejar de reconocer la importante contribución que estos incansables comerciantes orientales hacen, aun de manera involuntaria, al bienestar de este bloguista.
Sí, estimado/a lector/a; así es. Con su amplio horario de atención -no como COTO, que prácticamente cierra de día-; sus precios razonables -no como los de COTO, que se fué al recarajo mal-; sus cajas libres de cola -no como las de COTO: esa lenta agonía-, atendidas por las hijas del dueño, quienes en su encantadora media lengua despiden al cliente con un amable "Chao, gracia"; su acotada pero contundente selección de vinos; y a pesar de las infames calumnias que ponen en duda la procedencia de su mercadería o el mantenimiento de sus cadenas de frío, los chinos de acá a la vuelta despliegan en su labor diaria una muestra incontrastable de la sabiduría milenaria de su Pueblo.
7 comentarios:
seh.. mi vida sin los chinos de aca a la vuelta seria mucho mas complicada
estan abiertos en cualquier momento, y son la salvacion de toda persona que es ajena a ese bicharraco llamado heladera
(ah.. y tambien son grosos los de la pizzeria de aca a dos cuadras que me venden cerveza a altas horas de la noche)
La cajera del "chinodelotracuadra" es una ídola.
La única cosa que me preocupa es que empiece a echar raíces al pie de la registradora.
Si señó!, los chinos que los tengo a 50 metros de Coto, me permiten comprar vinos buenos en el orden de 6 pesos, que Coto los tiene de 8 a 9 pesos. Y si, no hay cola!, ni peleas absurdas en la cola, no "coladas" entre gente. Incluso me fian los envases, si llevo cerveza. Lo único que se complica es lograr que me entiendan que fiambre deseo llevar y cuantos gramos de cada uno, lo que me llevó a desarrollar una mimica que no conocía en mi. Ah! los deliverys...han copado las instituciones democráticas tambien, ayer escuché que en una nota un periodista escribió Consejo DeliVerante, es decir que los consejales (o concejales) se reparten por delivery!!!! y ahora entiendo porque el pueblo no delibera a traves de sus representantes! Ademas como ancohe salen dos Delias y un Persico con 100 batatas fritas para Plaza de Mayoooooooooooooo
Acá en mza no hay muchos chinos, pero acá a la vuelta tengo al "Chiqui" que aunque es una verdulería, vende de todo y está abierto casi siempre.
ah! será que yo a la vuelta tengo a los coreanos, que mandan a las hijas a seguir por los pasillos a los clientes, a los que les clavan el ojo para ver que no se lleven nada.
Buenas noches...
Mola:
Bienvenido. Es así, yo tengo la heladera casi de adorno. Y tiene razón con lo de la cerveza: parece -me contaron- que existen unas absurdas leyes que impiden vender alcohol después de cierto horario, y en los quioscos, aun a los mayores de edad... este país está perdido.
Bater:
En el mío rotan, se vé que son una familia numerosa (por ahí, como en China no los dejan tener más de un hijo, acá aprovechan, no sé)
MNSAH:
Es tal cual como ud. dice (parece que son todos muy similares; o vamos al mismo...) Otra cuestión que ayuda a agilizar la caja es que los chinos no manejan tarjetas. De lo último prefiero ni hablar, la verdad es que quiero un poco de paz mental.
Fodor:
Qué atrasados que están en Mendoza , jaja
Nah, el mercadito en el barrio -regenteado por personas de la nacionalidad que fuere, incluso mendocinos- es bárbaro. Me imagino que Chiqui venderá vino...
Alex:
Todo bien, pero ¿cómo sabe que son coreanos y no chinos? :P
Los de acá a la vuelta tienen camaritas y el monitor en la caja.
Amigos, saludos a todos y gracias por pasar.
jajaja Maravilloso lo del manejo de tarjetas de los chinos y esos extraños equipos a botoneras de codigos o lo que sea! Yo lo maximo que tengo de tarjeta es la que me reparten por la calle del telo en promocion.
Pero he colaborado con ellos cuando alguna clienta le daba una tarjeta, ya que estaban mas perdidos que Gato en Cannes o Chino en MasterVisa. Saludos, vecino!
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