Encontrábame hace poco en el corazón mismo de la Patria Sojera, en circunstancias que no viene al caso mencionar (aunque resultaría pertinente aclarar que no involucraban en modo alguno la combustión de biomasa a gran escala); tratábase, debo decirlo, de una noche perfecta. La temperatura era primaveral -en pleno Abril-, las estrellas brillaban imponentes, y hasta la delgadísima hoz de una luna creciente saludábame -eso parecióme- a mitad de camino entre el cénit y el horizonte.
Ante semejante espectáculo, y tal como lo hicieran antes de mí innumerables generaciones de hombres desde que la inteligencia asomárase al mundo, sobrecogíme -es que estaba solo-.
En el acto sentíme compelido a plasmar aquellas impresiones en una composición poética que, mediante el relato de las vicisitudes de un arquetípico Chacarero, condenado a arrancar los frutos de la Tierra hundiendo en sus húmedas entrañas sus manos curtidas -la figura puede resultar un poco obscena-, expresara la insignificancia del Hombre frente al inabarcable Universo, lo efímero de la Vida en relación al elusivo concepto de Eternidad, y la angustia que inevitablemente sobreviene al cuestionar el sentido de todo lo que Existe.
Entonces, percatéme de un hecho trivial aunque decisivo: no se puede escribir en la oscuridad. Entreví asimismo la inconveniencia de recurrir a una fuente artificial de luz, pues tal innoble resplandor eclipsaría el tenue brillo de los astros, que habíanme servido de vital inspiración.
Desistí, y abstúveme de extraer torpes moralejas.
Ante semejante espectáculo, y tal como lo hicieran antes de mí innumerables generaciones de hombres desde que la inteligencia asomárase al mundo, sobrecogíme -es que estaba solo-.
En el acto sentíme compelido a plasmar aquellas impresiones en una composición poética que, mediante el relato de las vicisitudes de un arquetípico Chacarero, condenado a arrancar los frutos de la Tierra hundiendo en sus húmedas entrañas sus manos curtidas -la figura puede resultar un poco obscena-, expresara la insignificancia del Hombre frente al inabarcable Universo, lo efímero de la Vida en relación al elusivo concepto de Eternidad, y la angustia que inevitablemente sobreviene al cuestionar el sentido de todo lo que Existe.
Entonces, percatéme de un hecho trivial aunque decisivo: no se puede escribir en la oscuridad. Entreví asimismo la inconveniencia de recurrir a una fuente artificial de luz, pues tal innoble resplandor eclipsaría el tenue brillo de los astros, que habíanme servido de vital inspiración.
Desistí, y abstúveme de extraer torpes moralejas.
2 comentarios:
No sé si en todas las oscuridades del hombre no se puede escribir.Algunas son sumamente inspiradoras.
A veces se tejen las historias más hermosas a la luz de unas estrellas.
Hermoso escrito y lleno de sentido del humor.
(si se me permite este dislate)
Saludos iluminados!
Ah Patria Sojera (en un pais que no comemos soja), Republiqueta Bananera (que no produce bananas)..si resucitaran Tato y el Negro Olmedo ! que festin se harian!!! y bue sigamos papas fritas y gooood show!!!!
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